“In Utero”, la carta de despedida de Kurt Cobain
Menuda papeleta tenían Kurt Cobain y el resto de componentes de Nirvana. De la noche a la mañana con su segundo disco de estudio, “Nevermind”, se habían convertido en la banda más famosa del mundo, en superestrellas de rock y por si fuera poco en la cabeza visible de todo un movimiento musical con epicentro en la ciudad norteamericana de Seattle. La papeleta a la que aludimos es clara… tenían que entrar en el estudio y crear la continuación de uno de los álbumes más importantes de la historia del rock contemporáneo… no me hubiera gustado estar en su pellejo.
A todo esto debemos añadir la difícil encrucijada personal en la que se encontraba, Kurt Cobain. Dejando las drogas a parte, problema principal culpable de que nos dejara tan pronto, Cobain se debatía en dos frentes de difícil solución. Por un lado quería crear canciones que llegaran a todo el mundo, ser portada de Rolling Stone y llegar al punto más visible del planteta, pero a la vez no quería perder su espíritu underground, punk, desclasado, anárquico etc… que le definía como persona… ¿difícil solución no?
La primera medida que Cobain buscó fue un cambio en el sonido. Venían de un álbum con un sonido impecable, pero muy standard para el gusto del vocalista de Nirvana. Creía que sus canciones debían
tener alma propia y portar su sello incontestable. Buscaba la crudeza, la realidad del mal momento personal por el que estaba pasando, no quería ni trampas ni cartón. Y de la nada llegó su mesías en forma de productor: Steve Albini. El ya desaparecido Albini representaba todo lo que quería Cobain y la
banda en ese momento: autenticidad y sonido orgánico.
A Cobain le encantaba la música de bandas como Pixies, y el trabajo realizado por Albini en el álbum “Surfer Rosa” hizo que el vocalista de Nirvana se obsesionara por emular ese sonido y por qué no… la indiosincrasia de la propia banda. La situación para Albini tampoco fue fácil. El apóstata de la industria musical por antonomasia se encontraba ante la decisión de producir al grupo más mainstream del mundo en ese momento. Accedió viendo la disposición de Cobain ante su trabajo y estableciendo una serie de condiciones para escapar del control del sello Geffen Records. El underground más ortodoxo y el mainstream más rabioso se unían para crear una criatura única llamada “In Utero”.
Cuando se grabaron las canciones el sello puso problemas por considerar ese puñado de canciones poco radiables. Tuvieron que volver a darles un nuevo toque los técnicos, Albini se negó a hacerlo él, para que el sello tragara con esos temas tan descarnados. Como resultado una especie de mezcla entre la aspereza de “Bleach” y lo edulcorado de “Nevermind”. Una obra maestra de la distorsión que creemos que reflejó perfectamente la filosofia verdadera del grupo. Una carta de despedida de la que nadie reparó en su momento. ¿Quién iba a pensar que este sería el último disco de estudio de Nirvana?
Abrir el álbum con el tema “Serve The Servants” fue toda una declaración de intenciones. La primera frase que lanza Kurt Cobain es “Teenage angst has paid off well/Now I’m bored and old (La angustia adolescente ha salido muy rentable, ahora estoy cansado y viejo). Toda una oda a la ruptura con lo anterior, una mira nueva hacia el futuro. Un tema con estrofas potentes y chirriantes y un estribillo melódico… la marca Pixies empezaba a asomar.
“Scentless Apprentice” arremete con más ira. Letras que definen el momento en el que estaba Cobain, ya no hay dudas que este álbum nada tiene que ver con “Nevermind”. Aunque la mirada la ponen de nuevo en el pasado con el single de salida del álbum “Heart Shaped Box”, un comienzo calmado para llenar de rabia el estribillo. Es lo más parecido que nos vamos a encontrar del álbum anterior en “In Utero”. Un corte que hablaba bien a las claras de la relación tormentosa que tenía con Courtney Love.
Uno de los puntos álgidos del álbum llega con la controvertida “Rape Me”, con un estribillo muy pegadizo, tema que directamente se te metía en la cabeza y que nos presenta de nuevo a Nirvana en su vertiente más pop. La letra con sabéis habla de la rabia de Cobain contra los depredadores sexuales.
Seguimos por la parte del álbum más melódica «Frances Farmer Will Have Her Revenge On Seattle”. Corte dedicado a la actriz Frances Farmer originaria de la ciudad de Seattle que tenía problemas de salud
mental y a la que la prensa destrozó con noticias de corte amarillo.
Uno de los diamantes del disco es sin duda “Dumb”. Cobain se pone en plan melódico y aquí era imparable. Temazo donde los haya. Cobain seguía poniendo de manifiesto que no podía ser feliz en este puto mundo de mierda.
Entramos en la segunda fase del álbum donde Nirvana se nos muestra más rabisoso áun llenando todo de furia eléctrica. Comienza este viaje vertiginoso con la pegadiza “Very Ape” que nos transporta a sus principios en “Bleach”. Canción que desemboca en el himno a la distorsión llamada “Milk It”, Albini aquí deja su impronta de manera clara.
Uno de los temazos del álbum es sin duda “Pennyroyal Tea”. De nuevo cogemos la misma pauta de ir de menos a más como si estuvieramos en una montaña rusa. Calmado, iracundo, calmado, iracundo… Cobain en estado puro.
Seguimos con distorsión a full con la alocada “Radio Friendly Unit Shifter”, un ejemplo más de lo que significaba este álbum para los tres chicos surgidos de los arrabales del Oeste de EEUU. Otra salvajada de canción.
Nos vamos acercando al final. Por un lado asoma “Tourette’s”, el espiritu de Pixies y Mudhoney florecen de nuevo. Aunque me suena más bien a unos Melvins colocados de farlopa hasta las trancas. Locura insalubre… eso es “Tourette’s”.
Llegamos al final con una de las mejores canciones del repertorio de Nirvana, “All Apologies”. Una despedida en toda regla, unas disculpas por estar en este mundo y dejarnos tan pronto. Nadie podía imaginar que Kurt nos estaba diciendo adiós a su manera. Una despedida que nunca tuvo que llegar pero que por desgracia lo hizo. Canción enorme donde las haya.
“In Utero” fue el canto desesperado de alguien que no era feliz y que ya no tenía fuerzas para seguir luchando. Todos nos quedamos huérfanos sin Kurt, por eso nos aferramos siempre a su música, para que nunca caíga en el olvido. Allá donde quiera que estés… buena suerte, Kurt.