El día que me compré “Masters Of Puppets” (Metallica)

La música dispara un sinfín de sensaciones y vivencias que hace que los melómanos, como yo, les resulte muy difícil e incluso diría angustioso, quedarse con un álbum como referente en su existencia. 

Haciendo un esfuerzo titánico, creo que puedo asegurar que “Master Of Puppets”, de Metallica, marca un antes y un después en mi manera de ver la música, en concreto abriéndome las puertas del metal.

Allá por 1990 me creía el rey del mambo, un jovenzuelo rockero que era capaz de todo, y que a lomos del “The Razor’s Edge” de AC/DC, estaba seguro de que no se podía rockear tan bien y tan fuerte como los australianos; me equivocaba,claro está. 

Un buen día, un colega me preguntó si había escuchado algo de Metallica, sabía de su existencia pero nunca me había parado a oír nada de ellos. Tenemos que tener en cuenta que la llegada de la música a mi poder era muy limitada, cintas de cassette grabadas y poco más, la economía no daba para otra cosa, si a esto añadimos que el único acceso que tenías al rock era por medio de las revistas, la información de que disponías, era muy limitada.

Recuerdo que este amigo me hizo sentir curiosidad por la banda y me compré un especial Thrash Metal de una revista ya desaparecida en la actualidad. Con este magazine me interesé por Metallica, empecé a leer cosas de la Bay Area, Slayer, Exodus, etc… Ya ni pude esperar más, ahorré y me hice con la copia del “Master Of Puppets”.

Elegí este disco de Metallica por la prensa, todo el mundo decía que era de lo mejorcito de los de San Francisco. Además, el hecho de ser el último disco en el que participo Cliff Burton le daba un valor muy especial, según la prensa, como digo, ya que no tenía ni puta idea de quién era el gran Burton.

Todavía recuerdo la sensación de quitarle el plástico al cassette y esperar a que sonasen los primeros acordes; qué cojonudo era sentirte por unos segundos que tú y solo tú ibas a descubrir una nueva música, e imaginar que esos artistas solo tocaban para ti.

Los primeros acordes de “Battery”, me desconcertaron, pensé: “¿qué mierda es ésta con guitarras acústicas?”; pero, claro, luego llegó el resto del tema, y todo lo demás es historia de mi vida. Después llegaron “…And Justice For All”, Slayer, Testamento y la búsqueda incesante de nuevos grupos y géneros hasta el día de hoy. 

A este disco le debo mi bautizo en el mundo del metal, y sobre todo el que despertara en mí, la curiosidad de encontrar nuevos caminos musicales fuera de lo establecido, de lo convencional; en definitiva, me ayudó a ser más adulto.

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