Siempre recordaremos a Jose Antonio Manzano así: “Duro y Potente” (Banzai)
Todavía conmocionados por la pérdida de una de las mejores voces de nuestro rock patrio, me dispongo a realizar mi pequeño homenaje al gran Jose Antonio Manzano.
Manzano tuvo una gran carrera en solitario y como solista de bandas como Tigres, o Niágara. No descubro nada con esto, pero para mí, siempre será el de este álbum, “Duro y Potente” de Banzai. Se trata a título personal uno de mis álbumes preferidos de la historia del rock/heavy metal de nuestro país, era una época en la que se creía que todo era posible y que ayudó mucho a que futuras generaciones encontraran su camino en el difícil mundo del rock nacional.
Banzai venía de colocarse en un lugar privilegiado en el firmamento rock con su álbum homónimo debut, la llegada en 1984 de este “Duro y Potente”, les colocó por un tiempo, breve eso sí, en lo más alto del rock nacional.
El line up del álbum era muy grande, por un lado el gran guitarrista Salvador Domínguez, que en esa época estaba en lo más alto gracias a sus colaboraciones y letras para temas de Miguel Ríos, Carlos Vázquez “Tibu” al bajo, David Biosca a la batería y como vocalista nuestro añorado Jose Antonio Manzano. Como curiosidad comentar que también participó en el álbum el teclista de UFO, Danny Peyronel, dando a la obra ese toque internacional que le vino muy bien.
Peyronel más tarde formó el grupo Tarzen junto a Salvador Domínguez.
Este segundo trabajo de la banda se grabó en Ibiza, en los estudios del por aquel entonces batería de Judas Priest, Dave Holland. Ni que decir tiene que la esencia de Judas Priest de alguna manera quedó impregnada en el disco, y se convirtió en una oda al heavy metal más old school que te pudieras echar a la cara en esa época.
Desde el comienzo con el tema “Luces”, Banzai nos dejaba muy claro por dónde iban a ir los tiros de todos los temas del álbum. Rock potente, riffs de guitarra machacones y duros, sección rítmica haciendo su labor sin estridencias, y un Jose Antonio Manzano primoroso a las cuerdas
vocales.
“Crimen Sin Castigo” es una pieza clásica de hard rock en donde se desaprovechó a mi entender el potencial de Manzano, que desemboca en una de las canciones más potentes del álbum: “Grita”. Un tema con unos coros muy buenos y un estribillo coreable en conciertos cien
por cien.
“No Quiero Esperar” nos mostraba a un Salvador Domínguez pletórico, con su maestría habitual con las seis cuerdas, que enlazaba con la rauda “Mr. Hyde” un corte perfecto para acabar con la cara A del álbum.
Abrir la cara B del álbum con “Duro y Potente” fue todo un acierto. Un tema perfecto en donde toda la banda lucía a las mil maravillas, y nos dejaban bien patente que si hubieran seguido más tiempo juntos hubieran sido mucho más grandes aún de lo que fueron.
“No Pierdas El Tren”, “Noche Negra” y “Traición” se manejaban bien en aguas hard y AOR, donde lo melódico ganaba la partida a lo rudo, pero que igualmente funcionaba a las mil maravillas.
Cerraban con la balada de turno, en los 80 era inevitable meterlas, y con “Se Terminó”, Manzano se queda a gusto y remata la faena como los grandes.
He querido recordar este álbum para hablar de la figura de Manzano, porque creo que lo representa fielmente. Lo poco que lo conocí y lo mucho que me han hablado de él, retrataban a un hombre duro, que se sobreponía a las adversidades, y con mucha potencia, muy positivo y
lleno de energía.
Muy admirable fue su comportamiento con la enfermedad que le tocó
padecer. Lo llevo con dignidad, serenidad y sobre todo buen humor. Me sabe mal leer, aunque sé que es con buena intención, que perdió su batalla contra el cáncer. Los guerreros como Jose Antonio nunca pierden, únicamente cambian el escenario de sus batallas…
Desde aquí todo mi cariño y recuerdo para la familia y allegados de Jose Antonio. También quiero mandar un abrazo a Salvador Domínguez, grande entre los grandes, que sé que tampoco lo estará pasando muy bien en estos amargos momentos.
Acabemos con una sonrisa, como seguro que lo querría Manzano, la cabeza bien alta y gritando a los cuatro vientos: ¡Banzai!