Crítica: “Hollywood Cowboys” – Quiet Riot
Frankie Banali sigue tirando del carro de Quiet Riot hasta la extenuación. Derecho tiene, por supuesto, y yo no soy quién para reprochar nada a alguien que respira rock por los cuatro costados, pero la inclusión del nuevo cantante de la banda, James Durbin, me ha parecido un error grave de concepto.
Supongo que el batería ha buscado una mayor exposición a nivel de público reclutando a un concursante de un show equivalente a La Voz en USA.
Pero, evidentemente, esto no puede coincidir nunca con lo que un fan de la banda esperaría de los mismos Quiet Riot que grabaron maravillas como “Metal health” o “Condition critical”.
Y no es que James cante mal, al revés, es un buen cantante, o que el disco esté mal, que tampoco, es que simplemente no suena a Quiet Riot en absoluto.
La música aguerrida a la que el añorado Kevin DuBrow daba un extra de macarrismo desaparece por completo para dar paso a líneas mucho más melódicas que no encajan con lo que un fan de antaño esperaría.
El punch no es que haya desaparecido, este es un disco de rock duro, pero a veces da la impresión de ser una banda nueva, eso sí de buenos músicos, con un cantante que imprime con su voz un carácter que a unos puede gustarles mucho y a otros no tanto. Yo, sinceramente, me quedo a medio camino, no será nunca mi cantante favorito, pero el chico no lo hace nada mal.
No es de extrañar, pues, que a la hora de escribir esto, la banda ya haya anunciado que el gran Jizzy Pearl vuelve al redil y esa sí que es una gran noticia, ya que, aunque Kevin sea insustituible, Jizzy se adapta mucho más a la idiosincrasia de los de Banali.
Temas como la inicial “Don´t call it love” o “Heartbreak city” son buenas muestras para apoyar lo anteriormente dicho. Y es que, si el disco se hubiese sacado bajo otro nombre, no estaría escribiendo estas líneas, sino hablando de un buen disco simplemente.
Sello: Frontiers Records