Crítica: “Typhoons” (Royal Blood)
Se acaba de publicar lo más nuevo del dúo de Brighton. Se trata de Typhoons, un disco con 11 cortes en los que Mike Kerr y Ben Thatcher nos ofrecen temas más trabajados y con más instrumentos, pero.. a la vez, con una producción que les aleja del rock que les catapultó a la cima de las nuevas bandas influyentes de la última década.
Es un disco que a más de un@, nos dejará un sabor agridulce. Con ello, no digo que sea un disco flojo ni malo, pero sí que abarca otros géneros e influencias que nos muestran a unos Royal Blood más bailables, más domesticados, y tal vez más sometidos a las premisas de las corrientes mainstream, y a Warner.
Y así como en sus anteriores discos, nos demostraron que bastaba un bajo, una batería y una voz para emocionarnos (“menos es más”) y dar forma a sus canciones (con tan sólo 2 instrumentos), en esta ocasión han querido dar un paso adelante (o diferente) con el que seguir progresando en su carrera. El sonido rocoso y áspero de sus dos primeros discos, ha dado paso a unos temas que han perdido esa vigorosidad inicial.
“Typhoons” arranca con “Trouble’s coming”, tema que nos lleva a terrenos muy diferentes a los que esperábamos un disco de rock sin concesiones. Una batería que suena (demasiado) electrónica, y unos coros nos invitan más a bailar que a levantar los puños. Con “Oblivion” siguen la estela del arranque, con samples y estructuras más cercanas a un sonido discotequero que a un concierto de rock. “Typhoons” es el tercer tema. Más de lo mismo. Aunque no es un mal tema, no tiene nada que ver con los temas que formaron parte de sus dos primeros discos. A medida que avanzan los temas, vamos comprobando y confirmando el rumbo que toma (o mejor dicho, ha tomado ya) el disco. Con “Who needs friends?”, la batería tiene más pegada y consiguen sonar algo más contundentes, a pesar de recordarnos (mucho) a Arctic Monkeys. “Million and one” tiene un riff potente y pegadizo, pero sigue pecando de “blandito”.
Llegamos al ecuador de este “Typhoons” con “Limbo”, tal vez el tema más flojo, donde ni tan siquiera el bajo mega-distorsionado de Kerr y una batería más trabajada, consiguen levantar el nivel del tema. “Either you want it” sigue con la línea de potentes riffs de bajo, pero… nos recuerda tanto a Arctic Monkeys, que acaba por despistarnos. “Boilermaker” es uno de los temas más “salvables” del disco, al tener algo más de punch, no sabemos si debido a las manos (y los oídos) de Josh Homme, quien produce el tema. “Mad Visions” nos sigue transportando a la pista de baile, con un estribillo que no pasará a la historia como lo mejor de este dúo. El disco avanza con “Hold on”, aunque parece la continuación del tema anterior. Y (por fin) llegamos al final con “All we have is now”, un muy buen tema que rompe con todo lo escuchado anteriormente, para cerrar este disco con una balada.
Como resumen, destacar la buena producción y mezcla del disco, el cual, a pesar de contar desde el principio con ese bajo saturado y distorsionado de Kerr, tan característico y una seña de identidad de Royal Blood, nos da la impresión de que enseguida se diluye esa energía para dar paso a 11 temas bailables y hasta discotequeros. De hecho, hasta la batería de Ben Thatcher suena más comercial que nunca.
Tal vez hayan pecado de incluir demasiados sintetizadores, samples y coros. Tal vez sea divertido, bailable, desenfado, propio de un par de músicos que han buscado darle un vuelco a un año nefasto, y tal vez esperábamos otro disco de rock lleno de energía y potencia, pero… para tod@s aquell@s que nos sorprendimos con “Royal Blood” (2014) y “How Did We Get So Dark?” (2017), nos hemos llevado un pequeño disgusto.
Si en los primeros conciertos, se les llegó a comparar con bandas que también “juegan” a no sólo hacer hard rock (como Queens of the Stone Age, o Muse), con este disco se alejan de esas influencias. Los temas han cogido otro camino, otra forma de hacer rock, que, mucho me temo, les aleja de un público deseoso de gritar y corear sus temas. Excepto algunos breves momentos, el disco parece pensado para sonar más en discotecas que en festivales.
¿Hemos perdido a Royal Blood como banda de rock? El tiempo lo dirá. Si te gusta el rock bailable disfrutarás como nunca con este Typhoons. En cambio, si te gustaron sus dos primeros discos, tal vez te lleves un chasco.
Aún así, dale una oportunidad a este “Typhoons”. Seguro que encuentras el momento y el lugar en el que tendrá cabida.
Sello: Warner