Crítica: “When You See Yourself” (Kings Of Leon)

Nuevo disco de los de Nashville, lanzado en marzo de este pandémico año, con 11 cortes de rock mezclado con diversos ingredientes que le dan ese toque tan peculiar a su música. 

Destaca el uso de más sintetizadores y teclados que en discos anteriores. También la ausencia casi total de esa mala leche que destilaban sus primeros trabajos. Durante los últimos años se han ido dulcificando y amansando hasta el día de hoy, en el que nos presentan temas más tranquilos, tanto a nivel musical como con el contenido de sus letras.

Se notan a faltar esos estribillos desgarrados de “Sex on fire” o “Use somebody”, o las ásperas guitarras de “Radioactive” o “Waste a moment”, temas en los cuales, los Followill nos sorprendían en la pasada década con un sonido más agresivo y contundente.

Para aquellos que aún no conozcan a Kings of Leon, decirles que se trata de una banda formada poco antes del 2000, por tres hermanos (Caleb, Nathan y Jared) y el primo de éstos (Matthew), todos ellos apellidados Followill e influidos por la religión del padre de los primeros (un predicador evangelista sureño). Cada miembro de la familia es conocido por su segundo nombre (Leon) en vez del primero. De ahí el nombre de la banda. En sus inicios, era una mezcla de rock sureño e influencias de garage rock, para irse suavizando hasta el día de hoy. En 2008, el disco “Only by the night” obtuvo el Disco de Platino en los Estados Unidos. Desde entonces, Kings of Leon se ha convertido en una de las principales bandas de rock alternativo de los USA. 

Volviendo al disco (el 8º de su carrera, desde aquel lejano “Youth and Young Manhood” del 2003), comentar que ha sido producido por Markus Dravs, responsable del sonido de trabajos de Björk, Coldplay (“Viva la vida”), Arcade Fire (“The suburbs”) o Mumford & Sons (“Babel”), por lo que no es de extrañar ese sonido post-pop o dream-pop (tal vez demasiado acaramelado) que inunda este “When you see yourself”.

Si vamos a los temas, descubriremos un suave arranque con “When You See Yourself, Are You Far Away”, con ese sonido típico de la banda, pero con unos teclados que llegan incluso a molestar. Con “The bandit” intentan encontrar ese toque que les hizo destacar en sus inicios, con guitarras más cortantes, pero siguen sin encontrar la fórmula. “100.000 people” es el tercer tema. Una especie de balada (también con exceso de sintetizadores) con un estribillo (“You do, you do”) que aunque repetitivo, no aburre. Suena el 4º tema: “Stormy weather” con el que recuperan algo de pegada, con un slide sureño y suave que nos invita a seguir escuchando. Y cuando llegamos al ecuador de este “When you see yourself”, suenan (para mi) los dos mejores temas del disco. Se trata de “A wave” (uno de los más tranquilos) y “Golden restless age”. El primero de ellos, comienza lentamente para ir subiendo de intensidad y con el segundo consiguen el equilibrio perfecto para lograr un buen disco. A partir de aquí, aunque todo sigue sonando muy tranquilo, al menos parece más natural, más orgánico.

El disco continúa con “Time in disguise” y “Supermarket”, dos temas sencillos, muy melódicos, con pocos acordes, una estructura básica y sin estridencias. Y es que estas dos canciones demuestran la teoría de que, en música, no hace falta rellenar más de la cuenta algo que ya funciona por sí solo. Tal como dicen muchas veces, “menos es más”.

Escuchamos ahora la suave y tranquila “Claire & Eddie”, una canción sobre la que Caleb (cantante de la banda) dijo que se trata de “una canción de amor sobre el hombre y la Tierra, o la mujer y la Tierra”. Buenos arreglos (algo vintage, todo hay que decirlo) de guitarra, que le dan una dimensión agradable al tema.

Suena ahora otro de los temas destacados del disco. Se trata de “Echoing”, un corte más rockero y con más nervio, con el que vamos encarando el final del mismo. Y acabamos con “Fairytale”, una autocomplaciente (y algo previsible) balada que nos deja un extraño sabor de boca. Y digo “extraño” para explicar (o intentarlo al menos) esa sensación que queda cuando crees que has escuchado un disco aceptable, pero… que sabes que podría haber sido mejor. O esa sensación que queda cuando uno espera otra cosa.

En resumen, aunque no es un mal disco, tal vez le falte pegada. La mezcla y la producción han conseguido un muy buen sonido, adulto y tranquilo, pero que adolece de un exceso de “azúcar”. O sea, demasiado pop y muy poco rock, que hace añorar discos anteriores. He de decir que KOL fue de una de las bandas que más me sorprendieron hace unos años, allá por el 2011 o 2012, cuando supieron crear un estilo propio, y con una voz que se desgarraba en los estribillos de una manera sublime. Hoy, casi podríamos asegurar que tal vez “When you see yourself” no sea su mejor disco, pero sí que permite una agradable escucha. Suponemos que su mejor disco, aún está por llegar.    

En fin, como siempre, se recomienda disfrutar con tranquilidad y darle más de una oportunidad. A ser posible con auriculares. Hay muchos detalles y arreglos que disfrutar.

Sello: RCA Records

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