“Gigaton”, Pearl Jam todavía tiene muchas cosas que decir
Nunca pensé que escucharía un nuevo álbum de Pearl Jam bajo la tormenta de una pandemia mundial. Intentaré abstraerme de lo que pasa a mi alrededor aunque sea por un momento, para poder escribir estas líneas. La tarea de un crítico musical muchas veces se “contamina” de tus vivencias, sensaciones, o estados de ánimo; os podéis imaginar ahora lo difícil que es intentar ser objetivo.
Digo lo de la objetividad porque Pearl Jam es una de mis bandas fetiche. A lo largo de mi vida su música me ha sacado de más de un atolladero, y ahora lo vuelven a hacer. Poder disfrutar de “Gigaton”, para mi ha sido una señal, un clavo ardiendo al que aferrarme ante tanto desastre.
La banda de Seattle, sigue en la línea de sus últimos álbumes publicados, aunque éste me parece su mejor obra en años. Insisto, no sé si es por la puta pandemia, y por eso los veo y escucho con mejores ojos, pero lo que es cierto es que este disco me ha gustado mucho.
Parecía que iban a innovar con este álbum al presentarnos la notable “Dance Of Clairvoyants”, pero no ha sido así. Su música sigue la senda de lo ya hecho en álbumes anteriores, pero con una mejoría más que notable. Es un álbum contundente, firme y que podría compararse con títulos como “Riot Act”, muy superior a éste, o ser la continuación de “Yield”. No vuela tan alto, pero vuela.
Pearl Jam se resetea y se nos muestra tal y como es en este puto y extraño 2020. Un Eddie Vedder fantástico en la voz, sigue haciendo de líder natural de una formación que todavía tiene muchas cosas que ofrecer y decir.
En lo estrictamente musical, comienza este álbum como a ellos les gusta, dando cera. “Who Ever Said” cumple a las mil maravillas como carta de presentación del álbum; contundencia y riffs en su sitio.
Una de las mejores piezas del álbum es sin lugar a dudas “Superblood Wolfmoon”, un corte directo, con una letra ecologista y políticamente incorrecta que arremete contra el ínclito Donald Trump. Los temas políticos salpican el álbum, y las leyendas del grunge se nos presentan más contestarios que nunca.
Ya hemos hablado de la flipante “Dance Of Clairvoyants”. A todos nos pilló a contrapié. Un corte ochentero, con teclados, que se sale de la constante de la banda, pero que nos muestra que son capaces de tirar hacia otros caminos no tan trillados; uno de los mejores del álbum también.
“Quick Escape” es el mejor corte del disco para mi gusto. Jeff Ament se sale con el bajo y nos traza una línea rítmica perfecta para crear una canción simplemente irrepetible.
“Alright“ y “Seven O’Clock“ nos dan un respiro, y rebajan el tono trepidante del comienzo del álbum. Pearl Jam tira de lírica y crea dos temas de espíritu lento que no desmerecen para nada en el resultado final de la obra. A resaltar sus nuevas críticas hacia la figura de Trump.
Otra dupla de caracter rockero y en la línea de Pearl Jam son ““Never Destination” y “Take The Long Way“, dos canciones de relleno, pero que no desencajan en el conjunto de todo lo escuchado anteriormente.
La segunda parte del disco es mas introspectiva. La mano de Vedder se nota, y cortes como “Buckle Up”, “Comes Then Goes”, son fiel reflejo del carácter del cantante de la banda. Temas salidos de su puño y letra, que sin ser malos, si son la parte más floja del álbum.
Llegamos a la parte final con “Retrograde” un medio tiempo en el que Mick McCready se luce y la banda se nos muestra engrasada cien por cien.
Cerramos este viaje con la gran “River Cross”, un tema que ya conocemos desde 2017, ya que Vedder la ha cantado en directo alguna vez. Un broche melancólico, desgarrador, que finalmente llega a la luz y nos da un rayo de esperanza.
Un álbum notable. Ya sabemos que muy posiblemente Pearl Jam no vuelva a regalarnos una obra como sus primeras 4 creaciones. Aún así es una banda que sigue ahí, y no por estar. Pearl Jam nos siguen demostrando que podemos seguir contando con ellos, para encontrar esa luz que algunas veces perdemos.
Sello: Republic Records/Universal