«Lotus», un nuevo capítulo de Soen
A los suecos Soen en más de una ocasión se les ha acusado de asemejarse en demasía a los, por otra parte, incomparables Tool. La larga sombra que los de Maynard y compañía han cernido sobre toda una generación y hornada de bandas circundantes al metal progresivo que hacen carrera en este milenio es palpable. Acentuada en el caso de Soen por el timbre vocal de Joel Ekelöf y un uso extendido de unas percusiones tribales que recordaban a las del 10.000 Days en unos primeros pasos discográficos con una identidad que estaba aún pendiente de definir. En Lotus más allá de un brevísimo puente en Covenant con una línea de bajo muy Justin Chancellor rara vez me viene a la cabeza el nombre de la banda estadounidense al oír el disco.
En 2017 con un fantástico Lykaia, pura orfebrería melódica progresiva, parecía que Soen al fin habían encontrado su propio hueco dentro de la poblada escena progresiva de este Siglo XXI. No han tardado ni dos años para darle continuación y aprovechar su buen momento de forma. Con Lotus vuelven a destilar elegancia y dar buena muestra de que en los medios tiempos han encontrado su hábitat natural si bien también tienen cabida los riffs progresivos más canónicos.
No arranca precisamente Lotus reposado, sino que en Opponent, Lascivious y el efectista single Martyrs hay una buena dosis de momentos de guitarras con el groove propio de los también escandinavos Pain of Salvation o Leprous. Quien tuviese dudas tras el abandono de la formación del guitarrista Marcus Jidell podrá ver que su sustituto, el canadiense Cody Ford, no le va a la zaga en cuanto a ser capaz de tocar fibra con algún que otro solo de dejar ojiplático. El toque espacial con algún coqueteo de slide guitar bastante bello en River y el solo clásico en Lotus así lo ponen de manifiesto. Igualmente, bastante omnipresente el trabajo a las teclas por parte de Lars Åhlund. El énfasis en construir atmósferas y texturas más melódicas, senda continuista a Lykaia, tiene su contrapunto en momentos más aguerridos como el final de Covenant, el esporádico uso del doble bombo de la completísima Rival –hija nacida con los mismos rasgos que aquella Kuraman del Tellurian-o el espectacular sincopado final de Penance en el que la batería del bueno de Martin Lopez toma el mando para incitar al headbanging.
Con Soen reconozco que me pasa un poco como con Leprous que, pese a que su propuesta se ha vuelto menos intrincada y virado más hacia un rock más convencional, sigo encontrando que sus obras contienen la suficiente profundidad compositiva y de interpretación que rara vez quedo insatisfecho. Producción aquí pulcra y cuidada que no chirría incluso cuando tira de recursos algo manidos en el género como el uso de arreglos orquestales como en Penance. Sin embargo, que me aspen si temas como Lotus, Rival, Martyrs o Lunacy no son razones objetivas para pensar que Soen vuelven a encandilarnos. ¿Superior a Lykaia? Juzguen vosotros mismos. Por ahora, como mínimo, uno de los candidatos a entrar en lo mejor del año 2019. Yo si fuera vosotros a la menor oportunidad no me los perdería en el paso por España de su gira a finales de Marzo (28 Barcelona y 29 Madrid).
Sello: Spinefarm Records