“Teatro D’Ira Vol. I”, la carta de presentación al mundo de  Måneskin  

Tuvo que ser Eurovisión  quien nos dijera a la cara que el rock necesitaba de sangre nueva. Este género musical siempre ha vivido con la sempiterna melodia de ser un estilo caduco y sin futuro. La frase “el rock ha muerto” es más utilizada que un pañuelo de papel para regocijo de la industria musical. Es un muerto muy vivo. El rock es un superviviente, ha pasado por mejores y peores épocas, pero siempre está y estará ahí. Es más, cuando ha estado en el underground es cuando más interesante ha sido su propuesta. 

Aquí hay poco underground, todo lo contrario. El mainstream más salvaje necesitaba de unos nuevos héroes para rockear, y de manera sorprendente llegaron desde Italia. Måneskin son la constatación palpable de que el rock no entiende de idiomas ni de fronteras; es eterno, sin más. 

Tras el pelotazo del tema “Zitti e Buoni” solo era cuestión de tiempo esperar a que relanzaran su segundo trabajo “Teatro D’ Ira Vol. I”, donde se encontraba su archiconocido himno y empezar a conquistar Europa y América. La banda transalpina no ha inventado nada, no nos muestra nada nuevo, pero lo que si hay que reconocerle que han sabido abrir el tarro de las esencias que dan forma al rock, y poner los ingredientes de manera perfecta para tener éxito. Un éxito del que nos beneficiamos todos los que formamos parte de la gran familia rockera mundial. Sin la aparición de estos grupos la escena y el rock en sí tendría los días contados. 

Entrando a valorar musicalmente lo que nos ofrece este álbum, podemos aseverar a groso modo que es un trabajo que está a la altura del hit que les hizo mundialmente conocidos. Creo que Damiano David es un animal escénico, con una gran voz y que es el frontman que toda banda querría tener en sus filas. El grupo se compenetra a las mil maravillas, y tanto el bajo de Victoria De Angelis, como la guitarra de Thomas Raggi ejercen de perfectos escuderos ante las acometidas de Damiano. Su batería Ethan Torchio también aporta desde la percusión la calidad necesaria para ser un perfecto creador de ritmos infernales. 

Demos algunas pinceladas de los temas que componen este álbum. Dejaremos el himno Eurovisivo para el final. Llama la atención “Coraline” un medio tiempo en el que la voz de Damiano se erige como gran maestro de ceremonias y te embelesa desde el primer segundo. 

Me ha gustado mucho la funky “Lividi Sui Gomiti”, un corte incluso bailable en donde el bajo de Victoria lleva la batuta y se dejan influenciar por bandas como Red Hot Chili Peppers o Faith No More. Damiano frasea como nadie y le da una impronta moderna total al corte. 

Una de las canciones del disco es sin niguna duda “I Wanna Be Your Slave”. Un tema glam, funk, con un ritmo super pegadizo y que está llamdo a ser de los himnos de la banda en directo. No os perdáis el cover que han hecho con el mismisimo Iggy Pop. 

No quiero aburrir haciendo un desglose tema a tema. Esta clase de reseñas me aburren soberanamente. Prefiero esbozar el trabajo y vosotros/as lo vayáis descubriendo. Dicha esta chorrada, comentaremos “Zitti e Buoni”. 

Cuando vi la actuación de la banda en el festival de Eurovision me quedé epatado con este temarral. Garra, fuerza, ritmo y un despliegue físico brutal que la hacía una canción de rock muy especial. Me recordaba a los años de sudor, humo y fúria de las salas de conciertos de los años 80. Un corte monumental que les encumbró de manera ipso facta. Muy grandes. 

Poco más. Måneskin son ya una realidad. Les agradezco apostar por el rock, en un mundo lleno de samplers, Autotune y demás mierdas. Grazie mile!!

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