“Thrash”, Alice Cooper llega a la cima

La vida muchas veces te da más de una oportunidad. Los errores se pagan, pero a la vez te enseñan mucho… o al menos eso dicen. El quid de la cuestión es saber recomponerse y salir adelante. Eso fue lo que hizo Alice Cooper en 1989 con la edición de uno de sus álbumes más célebres. Nos estamos refiriendo a “Thrash”.

Vicent Furnier, más conocido como Alice Cooper, andaba como vaca sin cencerro en la década de los ochenta. Lo típico. Estrella de rock con problemas con el alcohol y las drogas, comenzaba a hundir poco a poco su carrera, sin que nada pudiera parar la espiral de autodestrucción en la que se había sumido. Si a todo ello le unimos que en el rock se había tomado el camino del glam y el hard rock como banderas principales de la época, hacía que el futuro de Alice Cooper no fuera muy halagüeño. Cooper era de la vieja escuela y los nuevos sonidos imperantes le habían rebasado. Tocaba renovarse o morir.

¿Cuál es la fórmula que eligió Mister Furnier para salir del atolladero? Por un lado contar con un productor de campanillas. Nada menos que Desmond Child. Creador de temazos como I Was Made For Lovin’ You de Kiss, “Livin’ On A Prayer” o “Bad Medicine” de Bon Jovi, o la pegadiza “Dude (Looks Like A Lady)”de Aerosmith. Alice Cooper estaba harto de escuchar por la radio continuamente éxitos de Child y decidió que ponerse en contacto con él sería lo mejor. Dicho y hecho. La relación entre el productor y el artista dio como fruto un álbum comercial, directo y ganador. Así es como comenzaron a poner la semilla para crear “Thrash”.

Pero no dieron con la piedra filosofal solo con una buena producción. En el disco se dieron cita la creme de la creme del artisteo rockero de la época. Un dream team compuesto por músicos de la talla de Jon Bon Jovi, Richie Sambora, Steven Tyler, Kip Winger, Kane Roberts, Tom Hamilton o Joey Kramer, aportaron su granito de arena, para que saliera un disco más redondo que un donut de chocolate.

Para terminar de calcular que su misil iba a llegar buen puerto, Cooper se reunió de una banda de acompañamiento de lo más efectiva: El guitarrista John McCurry, músico que había acompañado a Cher, Belinda Carlisle entre otras artistas, el bajista Hugh McDonald, colaborador de Lita Ford o Cher, el baterista Bobby Chouinard, asiduo de Chuck Berry o Ted Nugent, y el teclista Alan St. John, asiduo de Billy Squier. Toda la artillería estaba más que preparada para crear un puñado de canciones que llegaran a lo más alto de las listas de éxitos. ¿Lo lograron? Y tanto que lo hicieron…

La producción de Desmond Child aportó la nitidez y claridad de sonido que se requiere para encumbrar un álbum a lo más alto de las listas. Sonidos fáciles de digerir, buenos tratamientos de las guitarras, y la voz de Alice Cooper sonando perfectamente. La misión de Child fue recoger en los cortes del álbum la teatralidad que imprime Alice Cooper en su voz… lo consiguió a la primera.

Había que conectar con la juventud rockera ochentera. Los sonidos setenteros de los anteriores álbumes de Alice Cooper ya no servían. La disyuntiva era elegir entre la comercialidad o no renunciar a tus principios. Cooper eligió lo primero y acertó. Lo comercial no tiene por qué estar reñido con lo bueno, y en esta ocasión se consiguió ese difícil equilibrio.

En el plano musical el álbum no puede empezar mejor. Nada menos que “Poison” abre la puerta de los sonidos hard y melódicos que encierra esta maravillosa obra. Uno de los singles más importantes de la historia de Alice Cooper. Reventó las listas de éxitos y todavía sigue apareciendo como uno de los cortes más importantes del hard rock de la época dorada de los ochenta.

Debemos resaltar los temas en los que el guitarrista Guy Mann-Dude brilla con luz propia. Nos estamos refiriendo a “Spark In The Dark” y “Why Trust You”. Riffs afilados, solos veloces y la voz de Cooper cabalgando sobre el ritmo imprimido en estas canciones.

Brutal “House Of Fire”. Nada menos que Joan Jett en las labores de creación y composición del tema y el gran Joe Perry, guitarrista de Aerosmith, dando forma a una de las mejores canciones del álbum. Rock en vena y a toda pastilla.

Cooper se apuntó también a la moda de las baladas. Todos sabemos lo agradecida que era la MTV para eso. Y aquí nos presenta un baladón en toda regla… “Only My Heart Talkin”. Todo este pastel dulce se engalana con los coros del voceras de Aerosmith, Steven Tyler. ¿Resultado? Una canción perfecta para una velada de lo más romántica.

El sexo no podía faltar. Alice Cooper asiduo en el tema se deja llevar en la grandilocuente “Bed of Nails”, con un Kane Roberts haciendo encaje de bolillos en las labores compositivas, y la no menos resuelta “”This Maniac’s In Love With You” en donde vuelve la guitarra del gran Guy Mann-Dude.

Y llegamos a uno de los puntos álgidos del álbum. Llega el tema que da nombre al disco “Thrash”. Un corte en el que Cooper se rodea nada menos que de Tom Hamilton en el bajo y Joey Kramer en la batería, junto a Mark Frazier y Jack Johnson en las guitarras y Jon Bon Jovi en los coros… ¿se puede pedir más? Un temazo de los que hacen época.

Cierre el trabajo un par de temas menores que no desmerecen para nada el conjunto de lo aportado en el disco. Por un lado “Hell Is Living Without You” junto a Richie Sambora y Steve Lukather, que dibujan con sus riffs una canción resultona pero que no llega al nivel de lo comentado anteriormente. Todo ello para desembocar en “”I’m Your Gun” con Kip Winger a los coros. Un broche final digno a una obra de lo más efectiva.

Como bonus tracks se añadirían posteriormente “Only My Heart Talkin'” en su versión radio y “A Got I Line In You”.

“Thrash” significó la llegada de Alice Cooper al mainstream más absoluto. Vendió su alma al diablo y ganó. ¿Se le puede reprochar algo? No seré yo quien lo haga… ¿quién no ha renunciado a sus principios alguna vez? Aún así creemos que la aportación a la carrera de Cooper de este trabajo fue fundamental. Sin “Thrash” posiblemente ahora mismo no seguiría en la carretera el bueno de Vicent Furnier.

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