Gerardo Tecé: “El arte en general y la música en particular no tienen la obligación de nada, tampoco de reivindicar un mundo más justo o mejor, pero sí la posibilidad de hacerlo”

Pasó nuestro cuestionario uno de los tuiteros más famosos de la red social en nuestro país: Gerardo Tecé. Gerardo no solo pone tuits, es periodista y guionista en el programa Late Motiv, de Andreu Buenafuente, y corresponsal de Andalucía en CTXT.

En estos días tan difíciles de la pandemia, ¿qué disco no para de sonar en tu casa, y por qué?

La verdad es que esta entrevista sobre música va a empezar muy mal, porque he escuchado poca música durante la pandemia. Y la verdad es que lo he notado, para mal, en el estado de ánimo. Soy muy de escuchar música andando por la calle, en el autobús o en la bici (ya sé que no se deben esto último) y esa costumbre que tengo de llevarme la música a la calle, no la he roto al menos en las primeras semanas de encierro. Últimamente, al darme cuenta de que algo me faltaba, he empezado a ponerme alguna que otra lista que tenía hecha en spotify mientras trabajaba en casa. 

¿Qué es para ti la música?

Seguimos reventando la entrevista. No me considero demasiado melómano aunque evidentemente me gusta la música. Sería un monstruo si no fuera así. La música es para mí, sobre todo, estado de ánimo. Creo que esta pregunta “qué es para ti la música” es la que diferencia a un melómano de uno que, como yo, no lo es. Hay gente, los melómanos, para quien la música no es acompañamiento o estado de ánimo, sino que además es un asunto de estudio, de investigación… Esa obsesión por descubrir nuevos grupos, por estudiar la obra de tal o cual artista yo no la tengo. Consumo música de forma egoísta y punto.

¿Cuál es tu primer recuerdo asociado a la música?

Una cinta de Green Day que me pedí como regalo de Reyes con 12 o 13 años: Insomniac. Mis primeros recuerdos fueron reventar esa y otras cintas por aquella época. A “Iros todos a tomar por culo”, el directo de Extremoduro, también le pegué una buena paliza. 

¿Qué género musical te gusta más y por qué?

Soy de rock, punk, rap… Pero tengo el hocico lo suficientemente basto como para que me entre cualquier otra cosa si me llega. No soy tanto de estilo musical como de creaciones que tengan rollo honesto, salvaje, puro, fresco… Me puede flipar lo último de Rosalía, Nacho Vegas o Capitán Cobarde y no me despeino. Y al momento puedo estar escuchando Reincidentes, Kaiser Chiefs, Ayax y Prok o Vetusta Morla. Soy un chaquetero sin remordimientos. Como Albert Rivera, pero en la música.

¿Cuál fue el concierto del que guardas un recuerdo imborrable?

Si tuviera que elegir uno por época, por amigos, por el flipadismo de la adolescencia, quizá uno de Extremoduro en Sevilla, creo que en la gira de presentación de “Yo, minoría absoluta”. Era ese momento dulce y hormonal en el que uno veía a Robe Iniesta como un semidiós dando una misa en el escenario y claro, uno que era un flipado, pues entraba en el trance.  

¿Crees que la música es un vehículo adecuado para reivindicar derechos sociales?

Todo tipo de arte lo es. El arte en general y la música en particular no tienen la obligación de nada, tampoco de reivindicar un mundo más justo o mejor, pero sí la posibilidad de hacerlo. El arte es un gran conductor de sentimientos y esos sentimientos pueden ser los de justicia social, claro. Pero hay que quitarle esa presión sobre sus espaldas al arte. Si lo hace, genial. Si no, también.

¿Cómo crees que tendría que enseñarse la música en las escuelas de nuestro país?

Ni idea, pero te cuento mi experiencia personal, que no sé si es sintomática de nada, pero es la mía. Recuerdo las clases de música en el instituto como una tortura. Si por un momento, allí hubiera habido algún alumno con vocación de dedicarse a la música, esas clases podrían haber acabado con esa vocación. Corchea bien colocada, un punto en el examen. Semicorchea mal, te resto medio punto. Estudio de partituras y mucha teoría, que está bien si hay una base previa, si se ha trabajado previamente el amor a eso que te ponen delante por primera vez a nivel académico. No sé cómo se hará hoy día, no tengo ni idea, pero imagino que los profesores de música de hoy tendrán más capacidad y libertad para hacer atractiva su materia que cuando me tocó a mí. Y, normalmente, la mejor forma de que un alumno se interese por algo, es que ese algo se le presente de forma atractiva, escuchando música, tocando algún instrumento porque te gusta, porque te dice algo. Jugando, en resumen.

Pasemos al cine, ¿qué película tienes grabada a fuego en tu mente y por qué?

Muchas, no sabría decirte una. Por mi oficio he hecho muchas entrevistas a gente y en una época siempre hacía esa pregunta odiosa de “una película, un libro, un disco”. Y hacer esa pregunta es de mala persona, lo he entendido cuando me la han hecho a mí. No tengo una película grabada a fuego. En el cine consumo sin pretensiones. No soy de tallar en piedra rankings de lo mejor o lo peor, sino de ver qué me voy encontrando. Como con la música, tampoco me considero experto. No tengo referencias de todo lo que ha hecho tal directora o tal actor, pero sí me gusta mucho, consumo mucho cine y series y lo hago sin ese chip de que algo se me grabe a fuego, sino de un modo más líquido, digamos.

¿Cuál es el primer recuerdo que tienes asociado al cine?

Willow en un cine de verano. Debía de ser el año 1989 o por ahí y yo vivía entonces en Extremadura. Esa sensación de aventura, de miedo, de risa, de inquietud. Que es lo que al final es el cine o cualquier arte, conseguir que sientas cosas.

¿Qué género dentro del cine te gusta más?

Vuelvo a Albert Rivera: de lo que haga falta, no le hago ascos a nada siempre que sea honesto o eso sea lo que me transmita. 

Un film sin el que no podrías vivir…

Podría vivir sin cine. Imagínate qué drama si nazco en el 1800 y no puedo tirar pa’lante porque no se ha inventado el cine. Pero no me gustaría vivir sin muchas, muchas cosas buenas que se han hecho y yo he disfrutado mucho. Y las que espero que me queden. He disfrutado con pelis españolas, argentinas, francesas, con superproducciones americanas, con cine clásico… 

¿Cuáles son los actores/actrices que admiras más?

Yo de mayor quiero ser Ricardo Darín. Me flipan también Sean Penn, Al Pacino, Brad Pitt o en España Antonio de la Torre, por ejemplo. He ido a los básicos y me dejo muchos. No quiero dejar pasar la oportunidad de mostrar mi repulsa y condena absoluta a la carrera de Tom Cruise y él mismo, en general. No lo soporto. En cuanto a actrices, se nota que he crecido, como todos, en una sociedad cultural machista, porque los referentes femeninos en pantalla que puedo tener me cuesta más enumerarlos y tengo menos. Las mujeres han empezado a tomar su sitio hace poco, demasiado tarde. Pero me gustan mucho las veteranas, Meryl Streep, Helen Mirren, Diane Keaton, Susan Sarandon… Y en España, pues gente como Lola Dueñas, Candela Peña, Belén Cuesta… Y las secundarias y secundarios. En España tenemos una riqueza brutal en ese sentido.

La cultura en general está muy inquieta por su futuro tras esta crisis, ¿qué crees que hay que hacer para ayudarla?

Tratarla como lo que es: uno de los mayores activos del país. La mayor riqueza. Hemos sido y somos una potencia mundial a nivel cultural y creo que eso no se refleja en cómo se cuida esa industria.

¿Qué película le dedicarías a tu peor enemigo?

El faro de Robert Eggers. Fue la que vi la última vez que estuve en el cine y, aunque muchos cinéfilos de verdad (yo no lo soy) me matarán por decir esto, esa peli no era necesaria. 

¿Qué película crees que le vendría como anillo al dedo a esta crisis que vivimos?

La de Fernando Meirelles basada en “Ensayo sobre la ceguera” de José Saramago.

Un deseo… 

Salud.

¿Recomendarás Mautorland a tus amistades?

¡Hombre, por favor!

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