The Doors, atravesando las puertas con Oliver Stone


La década de los 90 también tiró de biopics en el ámbito del cine. A veces la industria del entretenimiento ante el agotamiento de ideas se dirige hacia algo seguro para no fallar en taquilla. Uno de estos ejemplos fue el film The Doors, dirigido por el controvertido director norteamericano Oliver Stone. Las expectativas puestas en el film fueron grandes y el resultado final dejó un tanto fríos tanto a la crítica como a los espectadores.


Oliver Stone se embarcó en la titánica tarea de trasladar a las salas de cine la historia de Jim Morrison, líder de la banda de rock The Doors. Llevar a la gran pantalla esa ima gen de poeta maldito y vocalista de una banda superlativa conllevaba arriesgar en tramos del film. Como ello nos encontramos un festival de imágenes potentes, seductores y apasionadas. La música y la imagen como decimos se funden en un pastiche de difícil digestión pero a la vez muy sugestivo para el espectador.
El aspecto musical del film como no podía ser de otra manera, funciona como catalizador de la historia que tenemos ante nosotros, creando la atmósfera necesaria para acometer este tipo de films. Las canciones se presentan como elementos narrativos que definen estados de ánimo de Jim Morrison y señalan los momentos vitales de su vida.


El director norteamericano no quiso hacer un biopic tradicional. Quiso retratar esa energía visceral que destilaba Jim Morrison, junto a la creatividad de su poesía y esa deriva autodestructiva en la que vivía continuamente. El enfoque entronca con ese espíritu chámanico y desértico del que estaba enamorado Morrison, llevado a ver la vida bajo un prisma a veces totalmente distorsionado y fuera de lugar. La música se comporta como el principal actor del film y el hilo por el que debemos tirar para poder salir del laberinto.


Debemos destacar por encima de todo la descomunal interpretación del ya desaparecido Val Kilmer, que encarna a un Morrison con una entrega y pasión fuera de toda dudas. De manera sorprendente llegó a cantar en muchos de los temas del film dejando al personal con la boca abierta por el poderío de sus cuerdas vocales. Su voz se mezclaba perfectamente con las grabaciones reales de la banda sonora generando un efecto hipnótico que dejaba al espectador casi en una trance lisérgico.
Las canciones que se emplean en la banda sonora son una especie de “greatest hits” en toda regla que nos relatan las vivencias del ínclito artista desde sus orígenes en California hasta su muerte en París. Tenemos una apertura brutal con “Break On Throuhg (To The Other Side)” que representa lo que el film te quiere señalar: traspasar las fronteras de la conciencia, romper con lo establecido. Es el momento de sumergirse en el mundo de The Doors de la mano de Morrison.


“Light My Fire” se muestra como uno de los temas icónicos de la banda. Se retratan los primeros éxitos de la banda y sus años más dorados. Salvajismo sexual y desenfreno para definir lo ambiguo del personaje.


La emocional “The End”, es utilizada para marcar una tensión emocional extrema funcionando como un mantra que resume la filosofia trágica y existencial de Morrison. El desierto como pieza clave para explicar toda esta rabia contenida por el personaje.
La crítica social y a todo lo que rodea al grupo lo podríamos significar con el corte “When The Music’s Over”. Es el momento de cuestionarse lo logrado, la fama efímera, lo falso del sistema, las risas forzadas… la mentira.


Todas la canciones van apareciendo en momentos claves del film. Se muestran en los momentos más existenciales del protagonista. Todos sus bajones, locuras y alegrías desmedidas se explican de la mano de un tema de la banda. No debemos dejar de mencionar cortes como “Not To Touch The Earth”, “The Soft Parade” o “Mooonlight Drive”. Todo ello dentro de una conjura para llevarte a su terreno.


No solo de temas de la banda se compone este soundtrack. Oliver Stone echa mano de temas como “Heroin” de The Velvet Underground para significar el ambiente decadente donde se encontraba Morrison. O la clásica “O Fortuna” de Carl Orff para subrayar escenas de trance ritual etc…


Como ya hemos comentado el film fue recibido con controversia. Por un lado algunos fans sí creyeron que hacia justicia a la figura de Morrison y The Doors, otros en cambio aseguraban que se exageraban aspectos para hacer más impactante el film. La crítica igualmente se dividió en el examen de la cinta de Stone. Hubo de todo. En general sí se llegó a la conclusión más o menos mayoritaria de que tanto la actuación de Kilmer como la utilización de la música fueron de un nivel muy alto.


Una película que logra invocar el alma de una época y abrir una ventana para dejarnos ver lo qeu se cocía en esa época en EEUU y en el resto del mundo. Se consiguió retratar ese descenso a los abismos de la conciencia de Morrison que por medio de sus canciones intentaba sobrevivir a duras penas. Su imagen final, barbudo, barrigón y fuera de sí, nos deja una estampa dura y poco deseable de alguien que quiso soñar pero que sus propios demonios acabaron con él.

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