“El Extranjero” (Bunbury): Fronteras o personas, tú eliges
Año 2018 un barco con 629 migrantes surca el Mediterráneo en busca de un puerto para poder desembarcar y dar asistencia humanitaria a los integrantes del mismo; existen países que niegan la entrada a sus puertos.
Dicho esto así podría ser el comienzo de una película de ciencia ficción, nada más lejos de la realidad. El pasado sábado en pleno mar Médicos Sin Fronteras y SOS Mediterranáneé con el barco Aquarius pudieron salvar de una muerte segura a centenares de migrantes africanos procedentes de las costas de Libia.
La situación en el barco se ha ido agravando con el paso de las horas, con mujeres embarazadas, niños y personas enfermas, urgía con premura llegar a puerto y darle asistencia sanitaria.
Italia y Malta se han lavado las manos y no ha querido ceder sus ciudades para ayudar a estas personas. Por suerte nuestro país, acogerá en el puerto de Valencia al barco Aquarius. No ha sido fácil la decisión, se encontraban lejos de Valencia, y la situación crítica de muchos ocupantes ponía en riesgo dirigirse a un puerto tan lejano en esos momentos. Parece ser que dos barcos militares italianos escoltarán y asistirán al Aquarius hasta llegar a costas españolas.
Se me hiela la sangre al ver como hay países que rechazan dar ayuda humanitaria, con el pretexto de que no pueden socorrer a todo el mundo. Estamos muchas veces ante una sociedad que prefiere alardear de banderas, fronteras y demás menesteres en vez de ponerse aunque sea solo por un segundo en la piel de un migrante, que ha tenido que dejar su casa porque sencillamente la miseria le come.
Entiendo, que no comparto, que haya gente que se le llena la boca con su país, su bandera etc… Las fronteras, esas líneas imaginarias creadas por el hombre, lo único que sirven es para decir a alguien sin recursos, que no vale nada y que su vida no es problema del país al que quiere acceder en busca de una existencia digna.
Ser de un sitio, en mi opinión, es totalmente coyuntural. Nacer al otro lado de la frontera es totalmente circunstancial, por unos metros puedes ser ciudadano de primera o una persona sin derechos y abocada a tener una vida miserable, sin futuro y sin poder dar un trozo de pan decente a tus hijos.
Si tengo que elegir, siempre me quedaré con las personas. Os podéis limpiar el culo con vuestras banderas. La mayor miseria la tenéis vosotros, que alardeáis de ser de un lugar sin tener la capacidad humana de compartir o ayudar a alguien necesitado.
Los nacionalismos, sean del bando que sean, siempre han sacado y sacaran lo peor del ser humano. Uno empieza por sentirse muy orgulloso de pertenecer a un sitio y termina por no querer que venga “chusma” de fuera para que manchen su precioso país.
Hay muchas canciones que hablan de migración. Una de las más acertadas y que reflejan cien por cien como me siento en este tema es “El Extranjero” de Bunbury. Un corte del magistral cantante aragonés, que grita a los cuatro vientos ser ciudadano del mundo, no tener ni raza o condición, y lo que es más importante ni límites ni fronteras; todo un canto a la libertad y hermandad de los pueblos.
Suena todo a muy utópico, pero creo sinceramente que si nos fijáramos más en las personas y menos de donde vienen, tarde o temprano esas barreras caerían por su propio peso.
Sé de lo que hablo, no voy de guay. Todo lo que he dicho en este texto lo he visto con mis propios ojos; yo nací en África.