“The Karate Kid”, todos queremos a un Sr. Miyagi en nuestras vidas
Hace unos días me di el gustazo de revisitar este clásico de los años 80. “The Karate Kid”, fue un bombazo para la época, y un film que dejó marcado a más de uno en esos tiempos tan desenfadados. Los 80 fueron así, locos, atrevidos, sin tener miedo a ser cutres o frikis, la máxima expresión de la libertad sin más.
La película, como es normal, tiene pasajes que ya no aguantan bien el paso del tiempo. Una banda sonora de andar por casa, unos diálogos simplones, cierto aroma machista (el protagonista tiene que demostrar su valentía, animadoras etc…), pero al verla de nuevo, he descubierto que el verdadero protagonista del film, no es Ralph Macchio, sino el Sr. Miyagi, interpretado por Pat Morita.
Viendo con atención la trama, descubres que realmente todo gira en torno, a este humilde trabajador de origen japonés, viudo y sin hijo (murió en el parto junto a su madre), y su filosofía ante la vida. Un hombre que se defiende de la adversidad, creándose un hogar nuevo, una réplica de una casa japonesa, y ayudando a un adolescente a emprender el duro camino hacia la madurez; en definitiva a convertirse en un adulto.
Miyagi busca la felicidad en la sencillez de las cosas pequeñas, sus miras no van más allá de el día a día, y sobre todo no se hace falsas esperanzas sobre lo que no puede conseguir.
El guión intenta llevarte únicamente al fin último de la película, el torneo final. Pero solo es un pretexto para mostrarte, como siendo humilde, trabajador y buena gente, alguna vez, solo alguna, puedes conseguir lo que te propones.
Desde el punto de vista del adolescente protagonista, encontrarte con una persona como Miyagi, es una suerte. Ojalá todos hubiéramos tenido a una persona así en nuestras vidas, que nos mostrara parte del camino a recorrer, y sobre todo, y lo más importante, nos diera las herramientas necesarias para poder transitarlo con el menos dolor posible.
“Dar cera, pulir cera”. Este podía ser el perfecto resumen de lo que es la vida. Hacer las cosas lo mejor posible, y sobre todo, hacerlas, no quedarse en el intento. Toda una filosofía de vida, que Miyagi nos quiso insuflar a los que veíamos siendo muy jóvenes el film, pero que solo con el paso del tiempo hemos podido valorarlo.
Si no hemos tenido un Miyagi en nuestras vidas, lo mejor sería intentar ser un poco como él, y mostrar nuestra experiencia a quien la necesite, para así contribuir a que su existencia sea algo mejor.
Pon a un Sr. Miyagi en tu vida, o mejor, conviértete en él.