“Bleach”, el inicio de la revolución de Nirvana
Nadie duda que Nirvana ha sido una de las últimas revoluciones del mundo de la música y del rock en concreto. Tres tíos con pinta de tirados, con una imagen totalmente desaliñada, es decir, sin pose de rockero ni actitud desafiante, se erigieron de la noche a la mañana en el santo y seña de todo un movimiento cultural. Dicho esto, no he descubierto nada, lo que me interesa hoy, es hablaros de los comienzos de la banda. En concreto de su álbum debut editado por Subpop “Bleach”.
Nirvana comienzan su andadura en el mundo de la música, con un álbum muy básico, crudo, sin lacitos que lo pusieran guapo, áspero etc… Un trabajo en el que brilla por encima de todos, Kurt Cobain. El rubio de oro de la generación grunge, aunque ellos se distanciaron del término, da con su voz el toque de distinción en el álbum. Un trabajo que los propios Sonic Youth, a la postre padrinos del grupo, quisieron emular en álbumes posteriores, al quedar maravillados por el sonido tan auténtico que destilaba “Bleach”.
Como punto a destacar del trabajo, su sección rítmica. Además de Novoselic, nos encotramos a Chad Channing a la batería, haciendo un trabajo bárbaro a las baquetas. Aunque lo mejor estaba por llegar con el aterrizaje en la formación del gran Dave Grohl.
Temas como “Love Buzz”, por cierto una versión de un tema de la banda Shocking Blue, o la fantástica “Negative Creep”, son dos claros ejemplos de lo que nos podemos encontrar en este álbum. Nirvana traían como peculiaridad esa mezcla insana de punk, metal y pop, que les hizo ser reconocidos y adorados por tribus musicales que se odiaban hasta la muerte.
El epicentro del álbum es el corte “About A Girl”, una canción casi de aroma pop, que sería la base del sonido de futuras canciones de la banda. Nirvana quería sonar fuerte, pero también melódicos, sus influencias eran muy dispares, desde Melvins, Buzzcocks, pasando por The Beatles hasta llegar a la música pop más melódica. La semilla de este tema, fue el comienzo de lo que daría sentido a la realización de sus temas, música hecha desde la minoría y consumida por las masas.
El resto de canciones del álbum transita dentro del mundo indie-punk que abrazaba el sello Subpop. Cortes como “Scoff”, “School” o “Mr. Moustache” terminan de remachar los pilares del edificio en dónde se asentaría la música de ellos.
Cobain no se quería quedar ahí, no quería ser el referente de unos pocos, su mundo era universal y lo quería compartir con todo el mundo, para eso necesitaba un sello más ambicioso, que tuviera amplitud de miras; lo encontró en Geffen Records.
El líder de Nirvana huyó de convencionalismos. No quería pertenecer a ninguna tribu. No quería someterse a los dogmas del movimiento indie estadounidense, quería modificar el sistema desde dentro, no alejarse de él y quedarse en una burbuja.
Tras este inicio arrollador el destino de Nirvana ya estaba escrito. En poco tiempo crearían uno de los álbumes más grandes de la historia del rock, “Nevermind”, y ya nada sería igual.