“Live & Loud”, la ira de Nirvana se desata en la MTV
Hubo una época en la que cualquier movimiento llevado a cabo por Kurt Cobain y cía tenía una resonancia espectacular. Nirvana allá por 1993 y tras el lanzamiento de su álbum “In Utero” se encontraba en lo más alto de su popularidad.
En esas fechas Kurt Cobain ya era un icono del rock mundial. Sus declaraciones o actitudes en el escenario eran escrudiñadas con lupa por todo el mundo. Si bien es cierto que ese álbum no tuvo la repercusión de “Nevermind”, “In Utero” les dio la oportunidad de bajar algo el pistón de la fama e intentar volver algo a sus orígenes.
Cobain andaba por esa época muy disgustado por la manera que tenía la compañía discográfica y sus managers de llevar todo lo relacionado con la banda. No soportaba el ver como manejaban a su antojo toda la vida cotidiana de la formación; sencillamente le sacaba de quicio.
Para la promoción del álbum anteriormente comentado, qué mejor escaparate que MTV. La cadena les propuso hacer un concierto de presentación del disco y así darle el empuje definitivo hacia el éxito de masas del que tanto abominaba Kobain. Fue el 13 de diciembre de 1993, en la sala Pier 48 de Seattle, dentro de los especiales de la cadena llamados “Live And Loud”.
Era la oportunidad perfecta para la banda de reivindicarse, y decir a los cuatro vientos que ellos eran los dueños de sus carreras musicales, y no esos gordos y grasientos ejecutivos que lo único que querían era exprimirles y enriquecerse a costa de ellos.
Acompañados a la guitarra por Pat Smear, Nirvana desgranó un set list de lo más contundente en su cita televisiva. Abrieron con “Radio Freindly Unit Shifter”, para seguir con “Drain You” entre otras. Momentos álgidos de la actuación llegaron con las interpretaciones de los cortes “Pennyroyal Tea”, “All Apologies” o “Come As You Are”.
Con el público literalmente en el bolsillo, cerraron con el temazo “Endless, Nameless” y así desembocar en el violento final de concierto que pasaría a la historia.
Enganchando con este tema una parte instrumental, la locura se apoderó del grupo y comenzaron a destrozar el escenario y sus instrumentos. Novoselic reventaba su bajo contra las torres de amplificadores, y Cobain hacía lo propio con su guitarra, lanzándola al aire, destrozándola contra el suelo, pisándola etc… en una especie de catarsis que tenía como misión demostrar al mundo que ellos estaban allí para reivindicarse.
Al finalizar el destrozo, Cobain comenzó a dar saltitos, y aplaudir a la gente haciéndolo de manera burlesca y provocativa; riéndose en definitiva de los magnates de la todopoderosa cadena de televisión.
Fue una de las actuaciones más recordadas de la banda, sobre todo en su última etapa, ya que tan solo cuatro meses después Kurt Cobain se suicidaría volándose la cabeza, y marcando el principio del fin de un movimiento que quiso cambiar cosas, y que terminó engullido por el mainstream.
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