“Chaos A.D.”, Sepultura disputan el cetro mundial del metal en los noventa
Años 90. Cuando miro para atrás y veo el tiempo que ha pasado, me dan escalofríos. Los años también se pueden contar en discos. Hay álbumes que te marcan, que se encuentran al lado tuya en un momento de tu vida, convirtiéndose en la banda sonora de lo que estaba ocurriendo en ese momento, y por tanto se quedan para siempre en el disco duro de tu cerebro.
Algo así me ocurrió con este “Chaos A.D.” de los brasileños Sepultura. Los cariocas habían dado el salto mortal del éxito underground con su obra maestra “Arise” y se encontraban en disposición de ser una de las bandas más importantes del mundo, en lo que al metal se refiere. Lo corroboraron sin lugar a dudas con este álbum.
Un trabajo que los hermanos Cavalera, Kisser y Paulo Jr, lo plantearon como un paso adelante en su carrera. Si bien “Arise” era puro thrash metal, árido, descarnado, con tintes death, este disco comienza a abrir la puerta a nuevos sonidos para la banda. Las canciones que lo componen, servirían de inspiración para las bandas que después cultivarían sonidos groove, industriales y nu-metal. También entran por primera vez, los sonidos tribales, autóctonos de la amazonia, que marcarían el devenir de la banda en futuras composiciones.
Unos latidos de corazón, que pertenecían al hijo pequeño de Max Cavalera, dan el pistoletazo de salida al álbum. La apertura con “Refust/Resist es uno de las mejores de todos los tiempos, en lo que al metal extremo se refiere. Himno absoluto del thrash metal que se ha quedado ahí, como muestra de lo que eran capaces de hacer los brasileños.
Seguir con un tema como “Territory”, no es moco de pavo. Un alegato pacifista contra los conflictos en Oriente Medio, creado como una bomba atómica sonora por los Calavera, con una sección rítmica aplastante y unos riffs lacerantes.
La primera colaboración de lujo llega con el tema “Slave New World”, nada menos que Evan Seinfeld, bajista de Biohazard, añade más tralla a un tema, con un toque mayor de oscuridad.
Paulo Jr. riza el rizo con “Amen”, su bajo marca todo el tema. Su apología contra la religión es clara, y lo plasman en un corte en donde los toques industriales ya empiezan a notarse.
Uno de los puntos álgidos del álbum, es sin lugar a dudas la instrumental “Kaiowas”. Esta canción marca el comienzo del idilio de la banda por los sonidos tribales, que desembocarían en su siguiente álbum: “Roots”. Su alegato anticolonialista está marcada, por la utilización marcada de percusión aborigen, y ritmos de la amazonia; pura crema.
Andreas Kisser buscó su lucimiento en “Propaganda”, tema rápido y al cuello que entronca con la hardcoreta “Biotech Is Godzilla”, que trae como regalo la participación del líder de Dead Kennedys, Jello Biafra.
La parte más oscura y lenta del álbum la componen por un lado “Nomad”, y la cuasi instrumental “We Who Are Not As Others”, ya que el título de la canción es el único mantra que se repite en ella.
Sepultura siempre estuvo muy comprometida con la denuncia social, sobre los desmanes de la policía en Brasil. “Manifest” fue otro himno dedicado a poner el dedo en la llaga sobre esta problemática, e intentar que la brutalidad policial acabara de una vez por todas.
Una versión de altos vuelos fue “The Hunt”. La banda brasileña sorprende a propios y extraños al crear este cover de la banda alternativa New Model Army. Curiosamente con el paso del tiempo, este tema se ha convertido en uno de los preferidos de los seguidores “sepultureros”.
Termina este discarral, con “Clenched Fist”, medios tiempos, con un bajo demoledor y aroma punkarra por los cuatro costados.
Un álbum para la historia, y si no que se lo digan a Deftones, Korn o Machine Head. Sepultura apostó por evolucionar, y creó una maravilla de álbum, que sorprendió a muchos y enojó a sus seguidores más acérrimos. También sería el principio del fin de su reinado, pero eso es otra historia.