Ghost’N’Roll: Neukölln, Berlín

Junio de 2014, gira europea para celebrar el 15 aniversario de The Capaces. Toulouse, Zurich, Karlsruhe, Whuta-farndroda, Döbeln, Lepzig, Dresden, Berlín, Frankfurt, Essen, Köln, Heist op Den Berg, Paris, Bordeaux, Donosti, Hondarrinbia y Arrasate.

Justo a mitad de la gira un merecido y necesario Day-off, exactamente el 16 de junio. Nuestro anfitrión Txomin nos hospedó en su casa en el barrio de Neukölln al suroeste de Berlín.

Normalmente durante un Day-off, se aprovecha para hacer un poco el guiri, visitar algún museo o lugar emblemático, comprar algún souvenir y sobretodo descansar.

Mientras visitábamos el barrio de Neukölln, Txomin nos explicaba como el distrito había pasado de barrio humilde y obrero donde no quería vivir nadie hacía unos años a sufrir un proceso vírico de gentrificación hipsteriana. De barrio de inmigrantes a crisol de culturas, diseñadores gráficos, restaurantes veganos y subida del precio del metro cuadrado.

La jornada transcurrió entre paseos, algunas cervezas, una compra de supermercado y mucho relax.

Cabe destacar que estábamos teniendo muchos problemas con la furgoneta y el furgonetero, Pepe “el Yesero”, fichaje de última hora, ya que nuestro runner habitual nos certificó la muerte de “lechuguina” (su furgo verde) dos días antes de iniciar la gira.

Pues en esta nueva aventura, al tercer día del tour, ya íbamos sin conductor, sin intermitentes ni limpias, alternando luces de warning y alarmas varias y no se cuantas cosas más relacionadas con la explosión del cuadro de fusibles. 

Imaginaos el percal y la sorpresa al averiguar que el seguro no cubría averías pasada la frontera, para más emoción circulando por las carreteras alemanas sin límite de velocidad, en estación lluviosa, teníamos que ir sacando el brazo para adelantar y rezar que no diluviara. Después de algún susto decidimos hacer turnos para conducir y solventar la situación de riesgo a la que nos exponíamos cada día en la carretera. 

Referente al seguro y reparación de la furgo le pedimos a “el Yesero” como responsable del auto, que solventara la situación. Después de alguna llamada infructuosa y mucha tensión acordamos que aquella tarde en la que dispondríamos de wifi, porque entonces lo de los datos móviles por Europa podía suponer una factura de 400 euros, se encargaría de solucionarlo todo. Al volver del paseo, y descubrir que seguiríamos viviendo al límite entre la precariedad y la muerte hasta cruzar la frontera española, asomé la cabeza a la pantalla del ordenador que se suponía buscaba soluciones y vi a una voluminosa morena de mirada desafiante, enfundada en látex negro y armada con un látigo de cuero.

La tensión en el ambiente era notable, aunque nos manteníamos fuertes y saliendo adelante. Estábamos muy ilusionados con la gira, además presentábamos nuestro 5º disco “For good” y a pesar de todas las movidas cada noche llegábamos a destino con más o menos contratiempos y dábamos un buen recital de rock’n’roll.

Contratiempos: la de Bordeaux, a lo “Jungla de cristal” corriendo desesperadamente sin dirección alguna, buscando la furgoneta, como si se tratara de un artefacto explosivo escondido que debíamos desactivar, con la única seña que nos mandó el conductor: – He ido a aparcar, no se donde estoy, veo una barriada, no se volver ni usar el GPS.

Por todo ello ese day-off era tan necesario para todos .

Nos hacía especial ilusión tocar en Berlín, ya que la última vez tuvimos que suspender el bolo en la mítica okupa Copi, porque la noche anterior, en otra mítica squat de Lepzik, la Zoro,  tuve la brillante idea de rociarme de cabeza a los pies con una botella de Red label durante el concierto, salir a la calle, que estaría bajo 0º, en sujetador chorreando aún de whisky y ponerme a cantar la violetera de Sarita Montiel como si no hubiera un mañana.  Por suerte me recuperé rápido tras reposar cual perro apaleado, hecha un ovillo entre sacos de dormir y bufandas carcomida por los remordimientos y no tuvimos que suspender ningún otro show.

Volviendo al day-off en Nuekölln, después de unas cervezas en el Syndikat Bar nos fuimos pronto a la acogedora casa de nuestro amigo Txomin. 

A la hora de dormir nos repartimos en varias habitaciones. Esa noche Cleve y yo compartimos una gran cama doble. Me parece absurdo comentarlo, pero cuando uno esta de gira se tiene que adaptar a la ley de la camada y hacerse hueco donde toque y con quien toque. Se llama convivencia. No es el tema pero, la canción “girlfriends are the worst Rock’n’roll enemy” de nuestro disco “Whatever it is, I’m against it!” está basado en echo reales. (también extensible a otros géneros).

-¡Bona niit!! 

-¡Bonaaaaa niiit! Que descanses!,  Me respondió al apagar la luz de la mesita de noche.

Lo siguiente que recuerdo es que me tiraban de los brazos y me zarandearon repetidas veces hasta que desperté.

-¿¿Que pasa!!?? dije refunfuñando.

Abrí los ojos. Poco a poco fui enfocando formas entre la penumbra.

Y allí, en mi lado de la cama había 3 niños pequeños de entre 3 y 9 años. Mirándome. Puestos en fila. Estaban tan carbonizados sus rostros que eran una mancha negra  mezcla de hollín, magulladuras que deformaban sus facciones y gruesas costras.

Me tiraban de los brazos, estaban desesperados y trataban de decirme algo, pero no tenían voz.

El más pequeño se agarraba mi brazo con todo su cuerpo. Los otros dos tiraban de mi con insistencia. Tenían prisa o miedo y era por algo inminente.

La imagen era espantosa pero yo no tenía miedo. Me incorporé con la intención de ir con ellos donde fuera, pues la sensación de responsabilidad, mucha pena y aflicción me oprimía el corazón fuertemente. Eran unos pobres niños asustados.

Cuando por fin acepté la situación y había puesto los dos pies en el suelo, aun con los pequeños aferrándose con fuerza a mi cuerpo algo terrible  y oscuro abrió con violencia la puerta del dormitorio de par en par.

Era una nube enorme, densa y negra, amorfa y envolvente que se expandió rápidamente sobre las cabezas de los niños. Estos clavaron su mirada en la oscura niebla y percibí sin oír cómo gritaban de terror. Se aferraron aún con más fuerza a mi cuerpo. Les rodee con los brazos y sentía sus cabecitas hundidas en mi pecho. 

Me encaré aquella sombra y estaba dispuesta a pelear cuando de ella empezó a dibujarse una forma  humana, creo que de mujer, antes de que pudiera acabar de definirse tiró de los pequeños con una fuerza inexplicable y los arrancó de cuajo de mi regazo. Desaparecieron, me los arrebataron, se llevaron a mis pequeños. En el último instante aquella nube negra me miró desafiante y se esfumó por la puerta.

Grité.

-NOOOOOOO!!!!!

En ese momento Cleve despertó del sobresalto.

-¿¿Que pasa???!!- dijo espantado.

Yo estaba con los brazos aún extendidos, y empezaron a caer lágrimas de mis ojos.

-Se los ha llevado….se los ha llevado…. .¡Me ha arrancado a los niños de los brazos! 

Le dije entre sollozos.

Nos miramos. Yo lloraba y él estaba pálido como la pared. Su cara era la del que acaba de ver un fantasma. Y entonces me dijo:

-Esta noche me he despertado porque notaba como niños saltando en la cama, incluso he sentido el peso de alguien pequeño, sentándose a mi lado. Pensaba que eras tu, pero me he girado y dormías. 

Dicen que los lugares marcados por la tragedia, conservan sus heridas, y estas no solo no cicatrizan sino que reviven su dolor una y otra vez en el tiempo. Tal vez un incendio, tal vez las más de 45.500 toneladas de bombas que devastaron Berlín. Tal vez durante el 31 de agosto de 1940 cuando Neukölln sufrió un ataque aéreo que dejó miles de muertos… las peores pesadillas son reales.

Tal vez no fue un sueño.

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