Cuando la música se convierte en milagro… “Grace” (Jeff Buckley)
Recuerdo perfectamente el día. Me encontraba en la universidad y un amigo me pasó un cd con un cantante que desconocía. Cuando puse el álbum en mi casa no me podía creer lo que estaba escuchando. Qué voz, qué maravilla. Canciones forjadas a sentimiento, hechas para perdurar por los siglos de los siglos. Fue sinceramente lo más cerca que he estado de algo divino. Al día siguiente corrí ufano hacia mi compañero para agradecerle el haberme dejado esa maravilla. El jarro de agua fría no podía ser mayor, Jeff Buckley estaba muerto y su álbum debut “Grace” era también su epitafio. No me podía creer que un artista de ese calibre se hubiera ido de este mundo dándonos esa obra para desaparecer sin más.
Aunque en 1998 se lanzara su álbum póstumo “Sketches For My Sweetheart The Drunk”, nada se podía comparar con el lanzamiento de “Grace” en 1994. Algo cercano a lo milagroso se alcanzó con ese álbum. Siempre me pregunto hasta dónde hubiera llegado Jeff Buckley, no me puedo hacer a la idea. Quién sabe… Es cierto que la muerte llena de leyenda a los artistas, y que posiblemente aun siendo “Grace” una obra maestra absoluta, la miraríamos con otros ojos si Buckley estuviera entre nosotros.
Pero yo sé lo que sentí al escuchar por primera vez este disco sin saber que estaba muerto, sentí que estaba ante algo tan grande que se escapaba de mi realidad, y lo único que me quedaba era dejarme llevar hacia el mundo de “Nunca Jamás” que significa este disco. Siempre agradecerá a mi amigo que no me dijera en ese momento que había fallecido, me dejó sentir verdaderamente, y a ciegas lo que era tener una experiencia casi religiosa con el artista norteamericano.
Viajemos al pasado, muchas veces la única manera de entender de verdad las cosas. Os invito a abrir una puerta llamada Jeff Buckley para saber un poquito de la historia que le llevó a crear una de las mayores obras maestras musicales de los 90, y por qué no decirlo, de la historia. Es fácil decir que la vocación de Buckley casi le venía impuesta. Su padre Tim Buckley, con el que casi no tuvo relación, fue una artista respetado y considerado en la década de los 60, con su música mezcla de folk y rock. Jeff tuvo una referencia muy clara en la que inspirarse e intentar superar la obra de su padre. No solo por su padre le venía la influencia musical, dice la leyenda que su abuela le dejó una guitarra eléctrica con la que tocaba ya a los cinco años.
Su traslado a Nueva York en busca de su particular “Dorado” musical fue el empuje definitivo para llegar a ser el músico tan especial que fue. Su talento empezó a conocerse en los locales de música de la ciudad que nunca duerme. En concreto el Sin-é le vio nacer como artista y ahí grabaría su primer EP en directo. Jeff era ya conocido por la crítica y artistas de la embergadura de Paul McCartney antes de meterse en el estudio para acometer su álbum debut. Poseía una garganta prodigiosa, una voz con la que podía llegar a los tonos más inverosímiles, un acróbata de las cuerdas vocales. Si a eso unimos su veneración y cultura musical hacia gigantes como Nina SImone, The Beatles, Led Zeppelin o el propio Leonard Cohen, todo estaba preparado para crear algo sublime, milagroso.
Jeff había grabado previamente algunos temas con el productor Tom Verlaine. El artista no quedó satisfecho con el resultado, no encontraba lo que andaba buscando. Quiso dar una vuelta de tuerca a sus canciones y decidió marchar a los estudios de Bearsville de Woodstock, en Memphis, para ponerse a trabajar con Andy Wallace. Allí nacería por obra de gracia “Grace”. Armado hasta los dientes con su inseparable guitarra eléctrica, acometió la creación de 10 de las mejores canciones, incluidas 3 versiones, de la década de los 90. Un álbum creado de manera compleja en su estructura, no hecho para gente acostumbrada a hits de la radio. Eso era otro nivel, para que te pusieran el sello en el pasaporte de “Grace” debías demostrar que la música te emociona, te transporta, te sana. Este álbum es sanación, es la búsqueda del Shangri-La, es encontrarse consigo mismo y tener la certeza de que estabas ante algo realmente grandioso; tan bello que duele escucharlo.
Este álbum era la expresión máxima del sentimiento de Jeff Buckley ante el mundo. Sentirse incomprendido, en soledad. Jeff era misterioso, enigmático, como venido de otro mundo. Sinceramente creo que este mundo se le quedaba pequeño. Sinceramente creo que le echaron el ojo desde algún planeta y se lo llevaron al ver el gran genio que era. Un álbum creado con una delicadeza robusta, es frágil pero duro, es dulce pero áspero a la vez. No encuentro palabras para definirlo. Me da mucho respecto adentrarme en cada uno de los 10 temas que componen el álbum. Lo hago pidiéndole disculpas a Jeff por las letras que a continuación vendrán… no le harán justicia, pero es la única manera que encuentro de agradecerle lo feliz que me hizo y lo feliz que me sigue haciendo el perderme entre los surcos de “Grace”:
Ensoñación, figuras que se distorsionan, que se retuercen. La delgada línea entre el sueño y la realidad. Esta podría ser la definición de “Mojo Pin”. La primera canción que abre “Grace” es un pasaporte hacia otra dimensión. Tener la sensación de que entras en otra realidad alternativa es algo palpable en todo la extensión de este corte. Una canción creada por Buckley y Gary Lucas ya presentada en su primer EP llamado “Live At Sin-é”. Un rock psicodélico que te atrapa desde el principio de la canción. No hablamos de ensoñación de manera gratuita, el mismo Buckley dijo que la canción trata sobre el sueño de una mujer negra sumida en imágenes extrañas. La letra en sí transmite adicción a cualquier tipo de sustancia. Un principio maravilloso para una obra inconmensurable.
“Grace”. “La gracia es lo que importa, en cualquier cosa, especialmente en la vida, especialmente en el crecimiento, la tragedia, el amor, el dolor…” Así definía este concepto Buckley que utilizó para dar nombre a este tema y al álbum. Un corte basado en una canción instrumental llamada “Rise Up To Be” escrita por el colaborador de Buckley , Gary Lucas. Un comienzo tranquilo rompe en una serie de acordes maravillosos que llegan a la maravillosa voz de Jeff Buckley. Qué manera de cantar, un ángel caído en nuestro mundo. La belleza hecha voz. Maravilloso estribillo que se te queda impregnado en cada poro de tu piel.
Las despedidas son amargas, y en “Last Goodbye” lo corrobora este maravilloso artista. El segundo sencillo lanzado del disco, encierra una maravillosa canción a medio tiempo. El título original de la canción era “Unforgiven”, y tenía una instrumentación rock de salida más sencilla de la que se grabó finalmente. Amores, despedidas, veranos de besos eternos, todo esto encierra esta delícia de canción. Buckley se despide de alguien pero a la vez la lleva para siempre en su recuerdo. Maravilla.
Llegamos a la primera versión que realizó en este álbum de un total de tres. Escuchar “Lilac Wine”, tema creado por James Shelton en 1978, en la voz de Jeff es simplemente algo de otra dimensión. Este tema fue versionado por más artistas entre ellas la gran Nina Simone. Estamos seguros que Buckley se fijó en ella para impregnar a la canción de ese sentimiento tan abrumador. La parte final del tema con la voz pediente de un hilo del artista, es algo realmente sobrecogedor. Cierra los ojos, pon la música alta, y vuela… vuela.
La historia de “So Real” es curiosa. Michael Tighe, guitarrista que se unió a la banda de Buckley al final de la grabación de “Grace”, trajo un riff que se convirtió en la base de lo que sería la canción. En un principio iba a estar en el tracklist final del disco el tema “Forget Her”, pero Buckley decidió sustituirlo por “So Real”. Un tema lento, con cadencia, muy psicodélico, en el que el artista demuestra una vez más el nivel compositivo tan abrumador que tenía. Un riff y su voz es lo único que necesitaba para crear una obra maestra.
Llegamos a la cúspide del álbum. La versión que realizó Jeff Buckley del tema de Leonard Cohen “Hallelujah” es sencillamente celestial. A mi gusto, junto con la version que hizo Johnny Cash del tema de Nine Inch Nails “Hurt”, son las mejores versiones de la historia de la música contemporánea. La voz de Buckley te recorre la espina dorsal y te lleva hacia algo místico, donde la razón no tiene cabida y los sentimientos fluyen haciendónse dueños de tu ser. No puedo decir más de esta canción, solo que cada vez que la escucho me emociono. Gracias por esto, gracias por tu música y gracias por haber existido, Jeff.
Llegamos a la maravillosa balada folk/pop “Lover, You Should’ve Come Over”. Una canción con mucha historia emotiva detrás. En ella Buckley relata el fin de la relación entre él y Rebecca Moore. Hablar del desaliento ante la pérdida, ante las situaciones que podrían haber sido de otra manera y ya no hay manera de arreglarlas. El desamor en definitiva y la marca que deja en todos nosotros. Una canción bella y frágil que no es más que otro sello de calidad de este monumento a la música.
Último cover que se marcó el artista estadounidense. Estamos ante la experiencia religiosa llamada “Corpus Christi Carol”. Una especie de villancico escrito allá por el 1504 por el tendero Richard Hill, aunque el creador del mismo sigue siendo anónimo. La inclusión de este tema por parte de Buckley quiso realzar el lado místico que tenía y su amor por la música entroncada con el culto religioso, soul y sobre todo gospel. Su voz llena de dulzura y maravilla todo este tema tradicional.
Llegamos a la parte más rockera con tintes zeppelianos del álbum. El temarral “Eternal Life”, nos muestra a un Buckley en su vertiente más contudente. Era un todo terreno. Y aquí nos dice a la cara que podía ser una estrella del rock si le daba la gana. Un corte que contrasta con el tono intimista y meláncolico que guarda el álbum. Temazo para disfrutar al 11 en tu equipo de música preferido. Buckley decía de este tema que era una canción enojada, que mostraba lo corta y complicada que es la vida, para que cuatro gatos se dediquen a joder la vida a los demás…
Llegamos al final del álbum. “Dream Brother” Un tema que guarda un reproche hacia la figura de su padre Tim Buckley. En esta canción Buckley quiere decirle a un amigo suyo que no abandone a su novia por quedarse embarazada como sí hizo su padre. Un amigo con problemas con las drogas algo que ponia muy difícil ser un buen progenitor. Buckley abre sus sentimientos en un cierre colosal para una obra de otro sistema solar.
No quiero dejar este análisis de las canciones sin reseñar de manera somera “Forget Her”, tema que se incluyó en una edición especial posterior del álbum. Hubo controversia por utilizarla finalmente, ya que Buckley la quitó y no creemos que fuera de su agrado ver algo en el álbum que finalmente rechazó. Aún así creemos que es canción muy digna y que podría haber estado perfectamente en el track list oficial del álbum.
Poco más que añadir. Una obra maestra realizada por un genio. Robert Plant, Bob Dylan, Paul McCartney etc… se rindieron ante la figura de Jeff Buckley, reconociendo que era uno de los mayores portentos musicales que habían escuchado en su vida. Bowie calificó a “Grace” como uno de los mejores discos de todos los tiempos.
29 de mayo de 1997. Buckley tenía 30 años. El artista había viajado de nuevo a Memphis para grabar su segundo álbum. Salió por la noche para dar una vuelta con el roadie Keith Foti. Se perdieron por la ciudad y Buckley decidió dirigirse a la ribera del río Wolf para seguir escuchando música y tocar la guitarra. En un acto inexplicable Buckley decide meterse vestido en el agua de un río no apto para bañistas. Dejó una grabadora cerca de la orilla y mientras entraba en el río cantaba “Whole Lotta Love” de Led Zeppelin, su compañero al quitar el grabador de la orilla, perdió de vista a Buckley y al mirar de nuevo ya no estaba. Apareció 5 días después completamente desnudo al final de Beale Street. No había bebido ni tomado drogas. ¿Se suicidó? ¿Fue un accidente? Tenía problemas de salud mental… pero no sabemos si fueron la causa de su misteriosa muerte. Donde quiera que estés Jeff, gracias por tanto.