“Return Of The Dream Canteen”, Red Hot Chili Peppers no se aclara

Hay bandas que envejecen bien, y otras mal. Dicho esto que suena a perogrullo es una verdad totalmente absoluta. Ha formaciones que con el paso de los años nos ofrecen nuevos caminos y lo ya mostrado lo presentan como algo único, y otra en cambio entran en un bucle compositivo del que no pueden escapar hagan lo que hagan. No es que no quieran, es que simplemente no pueden. La musas aparecen y desaparecen, pero por desgracia para muchas bandas se convierten en verdaderos animales mitológicos que no asoman el hocico ni aunque les pegues con una barra de hierro. 

Por desgracia Red Hot Chili Peppers se encuentran en el lado oscuro de lo que hemos comentado al principio de la reseña. Parecía que con el regreso del maravilloso John Frusciante podíamos ver la banda que nos enamoró hace más de 20 años… por desgracia no ha sido así. 

Vislumbramos signos de recuperación en el álbum “Unlimited Love”. Ahí podíamos encontrar temas salvables y que merecían la pena. Parecía que la banda pararía y para sorpresa de todos nos lanzan este doble álbum llamado “Return Of The Dream Canteen”, que nos deja muy fríos y con cara de no saber realmente lo que quieren conseguir estos locos norteamericanos. 

A ver. El álbum se deja escuchar, Rick Rubin está detrás de los mandos y eso se nota, pero poco más. Se echa en falta que el propio Rubin no haya sido capaz de aconsejarles a eliminar, refundir en definitiva hacerles ver que muchas veces menos es más y llenar un doble álbum con 17 temas es algo que se tiene que acometer desde la Seguridad de creer que estás mostrando un producto acorde con la leyenda que ya te hagas forjado. Pero quién sabe, estoy hablando por hablar, a lo mejor el bueno de Rick lo intentó pero la chavalada Pepper no le hizo ni puto caso… no sé. 

Lo que sí sabemos es que estos 17 temas son muy flojitos. Los escuchas y te entran por un oído y te salen por el otro. Percibo una baja forma alarmante en Anthony Kiedis. Parece vagar sin rumbo, canta sin chispa y me parece su entonación siempre la misma. Era y es una de las almas de este grupo, pero ahora mismo dista mucho de ser ese cantante que le daba ese toque final a estos maestros de la funkadelia californiana. 

Es cierto que la presencia de Frusciante siempre eleva el nivel. Tener a uno de los mejores guitarristas del  mundo en tu banda siempre es una cosa positiva, pero en este caso ni por esas. Sí, buenos riffs, buenos solos, pero no ayuda a crear temas con el suficiente peso como para que se te queden en tu memoria. Todo muy soft. 

Se pueden salvar cositas pop como “Roulette”, “Bella” o “Afterlife”, pero esto ya lo hemos escuchado mil veces antes. Más de lo mismo. Una gramola con un disco rallado sonando en el mismo punto sin un final definido. 

Flea lo encuentro igualmente out. Su bajo no tiene la presencia que siempre ha requerido las composiciones de los Red Hot. Uno más del barco, un barco a la deriva por momentos. 

Si me tengo que quedar con alguna canción, por decir algo sería la que abre le álbum “Tippa My Tongue”, pero creo que es porque me recuerda a la edad dorada de “Californication”. Cuando la nostalgia pesa más en tus gustos hacia un músico que lo que te ofrece novedoso, mal vamos. 

Doble álbum más que prescindible. Yo me quedaría un tiempo reflexionando en el rincón del relax. Las musas deberían volver, si no lo hacen… ¿lo dejamos?

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